Análisis de la reapropiación del cuerpo femenino a partir del cuento "Cambio de armas" de Luisa Valenzuela
La
dominación del discurso masculino ha sublevado la voz de la mujer, despojándola
de toda posibilidad de nombrar el mundo. Ha sido representada y simbolizada por
un discurso que ignora sus necesidades y deseos, y que, al desconocerla, la
moldea.
El encasillamiento de la mujer
dentro del discurso falocentrico la ha cosificado y desposeído de su propio
cuerpo, obligándola a adoptar una consciencia de sí misma que no le pertenece.
Esta imposición le da pocas opciones a la mujer en el mundo del lenguaje,
llevándola a verse como un hombre inferior (Moi, 144), incapaz de tener un rol
activo en sociedad.
Sin embargo, cuando se empieza a
saber dueña de sí y se empodera, se rebela ante las formas de opresión del
falogocentrismo. La rebeldía se acompaña no solo de la destrucción de las
imágenes que se han creado de ella, sino, de la reestructuración del mundo que
se le había presentado con lo lentes del discurso masculino.
Luisa Valenzuela, autora argentina,
presenta en su cuento Cambio de armas la
historia de Laura, una mujer que es secuestrada por su supuesto marido, Roque, un
jefe militar de la dictadura argentina. Durante su encierro es abusada
sexualmente en numerosas ocasiones, llevándola a un estado de amnesia. El
cuento nos narra por medio de un narrador omnisciente el proceso por el cual
pasa Laura para recuperar la memoria. No obstante, este es a través de
desprenderse del discurso falocentrico que la tiene oprimida. Laura empezará a
disfrutar de su sexualidad, a revelarse ante las imposiciones machistas y a
conectarse con la naturaleza, hasta que adquiere la consciencia necesaria para
matar a su marido. El cuento, en términos generales, nos habla de posicionar a
la mujer como sujeta que nombra.
Por lo tanto, en este ensayo se
analizará la opresión ejercida por el discurso falocéntrico dominante ante el
personaje de Laura. Para esto, se retomarán los conceptos de Spéculum y especul(ariz)ación de Luce Irigaray para analizar la cosificación
de su feminidad y la manera en que se le prohíbe entrar el Orden Imaginario de
Lacan. Además, se retomará el concepto de chora
de Julia Kristeva para analizar su sublevación dentro del Orden Simbólico.
Marco teórico
La
base psicoanalítica de las teóricas feministas ha sido esencial para el estudio
del lenguaje. Lacan como fundamento de las propuestas de Luce Irigaray y
principalmente de Julia Kristeva ha sido un punto de partida para cuestionar el
discurso opresor masculino. Por lo tanto, con propósitos de introducir el
análisis del cuento y volverlo más práctico, se explicarán algunos conceptos
básicos del psicoanálisis de Jacques Lacan y, posteriormente, de las autoras
mencionadas.
Jacques Lacan: Lo
Imaginario y lo Simbólico
Lacan
retomó en sus estudios a las teorías olvidadas de Freud, no obstante, su
originalidad se fundamenta en proponer tres órdenes en el inconsciente del ser
humano: lo Real, lo Imaginario y lo Simbólico.
Los seres humanos somos nombrados
antes de nacer, convirtiendo al lenguaje en la naturaleza del sujeto humano. En el Orden Simbólico,
donde se genera el lenguaje, el sujeto es lo que representa un significante (la
unidad mínima en la descomposición del lenguaje) para otro significante. Lacan
al poner por encima del significado al significante, hace que la confrontación entre
dos de estos determine su existencia. El sujeto no puede ser representado, es
decir, no puede entrar en el mundo del lenguaje sino se enfrenta a otro
significante.
Por otro lado, el Orden Imaginario es
preedípico y es dominado por lo semiótico. En este Orden se entra al estadio del espejo, en el que el ser
humano genera una imagen del Yo
distinto al otro. Las imágenes en lo Imaginario son de sentido semiótico, y
destaca por el ego del sujeto. En
este Orden, el sujeto busca ser más que representando por el otro, por lo que,
su conocimiento del mundo se fundamentará de imagines ilusorias.
Luce Irigaray:
Spéculum y especul(ariz)ación
Referente
al estadio del espejo, proceso
retomado desde el psicoanálisis de Freud, Luce Irigaray utiliza como metáfora
el Spéculum, espejo que se utiliza
para examinar las cavidades de la mujer, para hablar de la cosificación de lo
femenino: “el espéculo que penetra e ilumina la vagina de la mujer solo lo
puede hacer en virtud de su propia forma cóncava; paradójicamente, al imitarlo,
el espéculo cosifica su objeto” (Moi, 139). A partir de esto la mujer se sitúa
fuera de la representación, pues se convierte en objeto de especul(ariz)ación del discurso falocéntrico, y solo se le da dos
opciones” permanecer en silencio, murmurando cosas incomprensibles para el
discurso maestro del hombre o llevar a cabo una representación de sí misma como
hombre inferior” (Moi, 144).
Julia Kristeva: el chora
semiótico
Para
Kristeva el lenguaje es heterogéneo y se construye a partir de la interacción
entre el Orden Simbólico y el Orden Imaginario, en el que lo semiótico y lo simbólico
se distinguen. El proceso de adquisición del lenguaje se lleva a cabo por medio
del chora: “articulación totalmente
provisional, esencialmente movible y formada por los movimientos y fases
efímeras… No es un modelo ni una copia, es anterior a la figuración y, por lo
tanto, a la especul(ariz)ación” (Moi,
169).
Krsiteva destaca, citada por Moi,
que la transgresión del chora
pertenece a la fase del espejo “primer paso que abre el camino para la
constitución de todos los objetos que a partir de ahora serán independientes
del chora semiótico” (169). Cuando el sujeto entra el Orden Simbólico, el
chora queda más o menos reprimido y
se percibe como una presión impulsiva sobre el lenguaje simbólico, es decir, es
la parte destructora y heterogénea del lenguaje (Moi, 170).
Análisis
Cambio
de Armas esta divido en cuadros y en cada uno de ellos se nos
dan a conocer distintas situaciones que enfrenta Laura durante su encierro. El
cuento recorre el proceso por el cual atraviesa el personaje femenino para
recuperar la memoria, desde el reconocimiento de objetos hasta comenzar a
sentir su cuerpo y finalmente recordar quien es ella.
Para empezar, Laura pierde el control
sobre su propio Yo, pues al sujetarla
al cuerpo de Roque, se le ha desposeído de su memoria y de su identidad. En un
principio, se describe que para ella su identidad “forma parte de la nebulosa
en la que transcurre su vida” (Valenzuela); sin embargo, se puede decir que de
algo está segura, y es que su cuerpo se comunica con ella y, por lo tanto,
detecta cierta extrañeza ante la dominación de Roque. Esta incomodidad se debe
a que su cuerpo, específicamente su sexualidad, tomará el papel del chora semiótico de Kristeva. Retomando a
la autora del cuento, para Valenzuela la manera en que la mujer puede
desligarse del discurso opresivo es a través de la escritura del cuerpo, una
escritura heterogénea al del hombre. Por lo que, el cuerpo femenino sería la
parte movible y transgresora del lenguaje, que en el caso de Laura está siendo
reprimido por lo que simboliza el cuerpo de Roque.
“Pero intuye que las asperezas existen sobre
todo cuando él la aprieta demasiado fuerte (…) y ella sospecha que hay algo
detrás de todo eso, pero la sospecha no es siquiera un pensamiento elaborado,
solo un detalle que se le cruza por la cabeza y después nada. Después el
retorno a lo mullido, al dejarse estar, y de nuevo a las bellas manos de
Antonio o como se llame acariciándola” (Valenzuela).
La represión del chora despoja a Laura de su cuerpo, no solo sublevándola al
discurso del Orden Simbólico opresor, sino, quitándole toda posibilidad de
adentrarse en el Orden Imaginario para representarse. Por lo tanto, el estadio del espejo es remplazado por la especul(ariz)ación del discurso falocéntrico.
El proceso de cosificación de Laura se ve claramente en el cuadro titulado El espejo.
En esta parte se nos describe una de las
relaciones sexuales que establecen Roque y Laura. El cuarto en el que encuentra
se destaca por estar lleno de espejos, “una multiplicación inexplicable,
multiplicación de ella misma en los espejos y multiplicación de espejos- lo más
desconcertante” (Valenzuela). Laura describe este reflejo como invertido y
lejano. De acuerdo con Irigaray, sería la imagen representada en el Spéculum, lo que Roque le exige ver de
sí misma, la especul(ariz)ación de lo
que es Laura, y obstaculiza toda posibilidad de representación que puede hacer
ella.
Sin embargo, las sensaciones corporales
durante el sexo fungen como espejo para Laura, logrando diferenciarse de Roque.
Además, el encuentro con el reflejo del Spéculum
le hace saber que la imagen del espejo no es ella, pues ella es lo que su
cuerpo siente al pasar la lengua de Roque.
“y con la lengua empieza a trepársele por la
pierna izquierda, la va dibujando y ella allá arriba se va reconociendo, va
sabiendo que esa pierna es suya porque la siente viva bajo esa la lengua y de
golpe esa rodilla que está observando en el espejo también es suya, y más que
nada cambia de rodilla- tan sensible- y el muslo, y sería muy suya la
entrepierna sino fuera porque él hace un rodeo y se aloja en el
ombligo”(Valenzuela).
No obstante, en el pasaje se puede
observar cómo a pesar que Laura se va adueñando de su cuerpo sigue estando bajo
el control de Roque. Esto se debe a que, en el momento en que Laura intenta
pasar el Orden Simbólico, el chora
(su sexualidad) se ve obstaculizado por lo que Roque desea que ella vea de sí
misma, es decir, por la especul(ariz)ción
de su discurso, reprimiendo el placer sexual que le da voz al cuerpo de
Laura:
“cuando la lengua
de él alcanza el centro del placer, un estremecimiento que ella quisiera hacer
durar apretando bien los parpados y entonces él grita:
- ¡Abrí los ojos puta!
y es como si la
destrozará” (Valenzuela).
La relación de poder ante Roque hace
de Laura “una ella borrada (…), un ser moldeable para armarlo a su antojo”
(Valenzuela). Esta posición, como marca Irigaray, le da a nuestro personaje
femenino la única opción de permanecer callada:
“Esta es la clase
de pensamiento que prefiere callar [refiriéndose a tener sexo con otros], al
menos a sabiendas, porque, por otro lado, está esa zona oscura de su memoria
que también calla y no precisamente por propia voluntad” (Valenzuela).
Por otro lado, la clave de su
liberación comienza cuando se percata que posee un lenguaje heterogéneo al de Roque:
“la verdad nada tiene que ver con él,
que solo dice lo que quiere decir y lo que quiere decir nunca es lo que a ella
le interesa” (Valenzuela). Y una vez que distingue esta separación el sexo se
convierte en momentos que “en realidad le pertenecen, son verdaderamente suyos,
de la llamada Laura” (Valenzuela) y, por tanto, el reflejo del Spéculum se convierte en “un
conocimiento que ella rechaza de plano” (Valenzuela). Todo esto se debe, de
acuerdo con Kristeva, porque al saberse un Yo
diferenciado del Otro, el chora puede ejercer su trabajo de
transgresión y desligarse de la especul(ariz)ación
del discurso del Orden Simbólico. A su vez, para Luisa Valenzuela, la
escritura, o construcción discursiva, que logra Laura la lleva a posicionarse
en el Orden Simbólico del lenguaje, pero ya no como oprimida, sino, dándose un
lugar dentro del discurso. Eso es lo que le regresa la memoria a Laura.
Conclusiones
En
resumen, la opresión de Laura se ve determinada por la cosificación de su
cuerpo, debido a que se le prohíbe identificarse en el espejo, imponiéndole el
significante que el discurso falocentrico desea darle, y así, quitándole toda
posibilidad de representación. A su vez que se le prohíbe pasar por el estadio del espejo, al remplazarlo por
la especul(ariz)ación, el chora es reprimido por los deseos
sexuales de Roque, impidiéndole entrar al Orden Simbólico como un sujeto con
capacidad de nombrar.
El cuento plasma los ideales de la autora, al darle a su personaje femenino una unión con su cuerpo, unión capaz de desligarla del discurso masculino dominante. En él, podemos observar cómo la mujer puede ser dueña de su cuerpo y su voz al saberse diferente del Otro, determinando que el lenguaje femenino debe ser heterogéneo. Por lo tanto, el arma que puede utilizar Laura, de acuerdo con Kristeva, es tomar ventaja del carácter transgresor del chora, en este caso su sexualidad, para poder formar su propia imagen del Yo (lo Imaginario) y darse lugar en el Orden Simbólico.
Fuentes
Bohórquez, Douglas. “Julia Kristeva:
teoría, proceso e interpretación del sentido.” Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes. Web. 11 de diciembre de 2017.
Moi,
Toril. Teoría literaria feminista. Madrid:
Cátedra. 1998. Impreso.
Ramos, Belén. “La escritura con el cuerpo
o el cuerpo de la escritura: aproximadamente a una poética de la subversión en
Luisa Valenzuela.” Biblioteca Virtual. Universidad de Granada. Web. 11 de
diciembre de 2017. <http://www.biblioteca.org.ar/libros/151565.pdf >
Sauret, Marie. “Lo Real, lo Simbolico y lo
Imaginario”. Web. 11 de diciembre de 2017.
<
http://www.funlam.edu.co/uploads/facultadpsicologia/639398.pdf>
Valenzuela, Luisa. “Luisa Valenzuela.
Cambio de armas/Simetrias”. Scribd. Web.
11 de diciembre de 2017. <
https://es.scribd.com/doc/55429576/Luisa-Valenzuela-Cambio-de-armas-Simetrias >
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