Esta semana viví emociones muy intensas. A la vez... me sentí en paz. Mi cuerpo sigue intentando comprender por cuáles olas lo sumergí en estos días. Se siente en turbulencia, con necesidad de quedarse quieto para experimentar las algas que tocan con suavidad su envoltura. Mi piel, tiene una intensa necesidad de alejarse y observar lo que siente. Mirar las sensaciones en un segundo, tercer, cuatro plano. No el primero, no en primera persona. ¿Le hablo de tú? ¿O le hablo de usted? Mi cuerpo quiere alejarse de mi mente loca para no hacer las tonterías dictadas por la ansiedad de la incertidumbre. Mi cuerpo quiere vivir y combate con mi mente. A diario. Siempre. Pero... mi mente también tiene su lugar. Loca, totalmente loca, corre y corre y corre. CORRE. ¿POR QUÉ CORRE? ¡Deja de correr! Maldita sea, te he dicho que dejes de correr, no estás ahí. NO existe, te lo imaginas, te lo inventas, lo coloreas con pinceles de humo que no tocan la realidad. Mi cuerpo recibí y dejo que reciba por